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… c o n t i n u a n d o

La madre hizo más, dio más que lo que dio el padre con su decisión de unirse a ella. No solo eligió a ese hombre para nosotros y permitió que la chispa de la vida se manifestara dentro de ella, sino que también tomó una decisión que fue fundamental. Decidió que llegaremos a la vida. Le dijo sí a nuestra vida. La decisión de la vida del hijo está en manos de ella. ¿Por qué?, porque si esta mamá no quiere tener un hijo, es ella la que decide que no llegue y son muchas las opciones para que esto no ocurra. Actualmente, hay muchos países en los que la opción del aborto es legal y posible, pero incluso cuando no era así había formas de hacerlo, y se hicieron. La opción de no traer a un hijo al mundo nos ha acompañado a las mujeres desde el momento mismo en que la opción de la vida se dio. Si la madre no quiere que este ser llegue a la vida, ella misma puede matarse, puede clavarse unas tijeras en la barriga o puede tirarse por las escaleras buscando que el feto muera; puede tomarse algo para producir un aborto. Por esa simple posibilidad expresada en muchas diferentes opciones, a la madre le debemos la decisión de nuestra vida. 

Y claro, si no hubiera habido un hombre que luego se convertiría en padre, no habría decisión que tomar. Pero la decisión fue de ella y por eso es que es tan trascendental esto que nos une. 

Luego, nutrirnos y cuidarnos lo hace no necesariamente porque sea una buena mamá, sino porque como seres humanos que somos, como animales mamíferos, en nuestra naturaleza está el cuidar a nuestras crías. Nosotros al ser de lo mismo, sumado a la vinculación emocional y a aquella que se da desde la conciencia, lo que hacemos es cuidar y proteger a nuestros hijos. 

Todo lo anterior le suma a las muchas otras razones de por qué mamá es importante, trascendental y necesaria, pero esas son individuales. Nos pone entonces ante la obligación de vincularnos, conectarnos con ella y decirle sí, para que a través de ese ”sí”, le digamosa la vida. 

Debemos usar la palabra correctamente porque una cosa es la relación y otra es el vínculo. Son dos asuntos diferentes. La primera nos habla de la manera como nos relacionamos con la otra persona, en este caso la mamá. Cómo es la dinámica, cómo hablamos, si somos cercanos o existe una distancia entre nosotros, si no necesitamos hablar mucho con ella, si es complicado que estemos cerca, si resulta ser nuestra mejor amiga. Eso es el relacionamiento, la manera como juntos pudimos construir esto que llamamos relación. Depende de dos, de la intención de ambas partes de unirse, participar, hacer parte de la vida de la otra, trabajar porque sea una unión bonita, duradera, nutritiva.

El vínculo es otra cosa. Se da, no se construye ni se logra. A partir de la unión de la energía que participa entre las dos partes se crea esto que llamamos vínculo. No se puede negar, no se puede romper. Se trata de cómo nos conectamos, qué tomamos de la madre y cómo es la forma en que nos vinculamos con ella. No importa la historia, qué tan cercanos o lejanos seamos, no importa que tan compatibles resultemos, es algo que está dado por el simple hecho de haber nacido de su cuerpo y contener su energía dentro de nosotros. Lo que buscamos entonces trabajar en Constelaciones Familiares es el vínculo, porque no necesariamente tiene que haber una muy buena relación, ni una relación muy cercana. A veces, esta no se da.

De este modo, centraremos nuestra atención en el vínculo. Lo hemos negado muchas veces y por rechazo hemos creído que podemos desconectarnos de nuestra fuente de energía llamada Papá y Mamá, pero ha sido todo una ilusión. Lo que ha pasado es que por la historia, por aquello que ha resultado en la manera como nos hemos juntado, hemos construimos internamente dolores que como respuesta de supervivencia nos han llevado a querer separarnos, y pretender que no los necesitamos, pero no es cierto. Para el ser humano resulta imposible desconectarse de aquellos que al juntar sus células, y en compañía de la chispa de la vida, nos dieron nuestro lugar en el mundo. Los padres son el origen de nuestra fuerza, son aquel tomacorriente de donde se conecta la lámpara para tomar la energía, y así poder iluminar. La lámpara no puede hacerlo sola, los necesita porque si no se conecta, podrá seguir siendo lámpara pero no alumbrará.

Así que la buena noticia es que no tenemos que tener la mejor relación de todas con la madre, porque inclusive las personas que no conocen a la suya, por ejemplo, alguien que ha sido adoptado o que se haya muerto su mamá en el parto o siendo es muy pequeño, puede tener el vínculo muy fuerte y muy bien puesto, aun en ausencia de cualquier tipo de relación. El tema es el vínculo, la forma en que nos conectamos con la madre y con la energía de ella como símbolo, incluso mucho más que con la persona que es nuestra mamá específicamente.

Bert Hellinger, quien le dio lugar a la metodología terapéutica Constelaciones Familiares, dice que los padres siempre acompañan a los hijos, sin importar si están presentes o si están ausentes.

Cuando internamente logramos vincularnos con la madre (y por supuesto con el padre), podemos tomar la vida completamente y estar disponibles para ella. Lo que necesitamos es tomarla. Estuvimos en simbiosis con ella, fue quien le dijo sí a nuestra vida, quien tomó la decisión de nuestra existencia. Pudo no haberlo hecho, haberle dicho no a nuestra posibilidad de vida. Pero cualquiera que esté leyendo estas páginas comparte lo mismo con todos los seres existentes y por existir: su madre le dijo a su vida. Todos, absolutamente todos tenemos una mamá, mujer, que decidió que llegáramos, que nos creó dentro de su cuerpo, que en unión con el padre nos dio esta energía y esta biología que nos hizo posible llegar acá, y que estuvo con nosotros dándonos todo de ella durante nueve meses, para luego permitir un parto y al hacerlo participar del ritual y del proceso más trascendental que una mujer pueda vivir, que es el de pasar de no haber creado una vida, a darle espacio y abrirse completamente para que otro ser, llegara a esta existencia. 

… c o n t i n u a r á

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