
¿Cómo sería si en vez de creer tener claro quién eres, fueras siendo?
Alejandro Jodorowsky dijo: «Deja de definirte, concédete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces sea necesario». Yo a esta frase solo le añadiría: con consciencia de lo que vas siendo.
Hace unos años quise hacerme un nuevo tatuaje. En una meditación vi la imagen que me acompañaría en el brazo derecho por siempre. Unos días después, ahí estaba el mantra en sánscrito “So Ham” el cual decidí escribir en español y tenerlo a la vista siempre. Me quedó tatuado en la piel la frase “Yo Soy” (cada palabra en mayúsculas) y no imaginaba aún de qué se trataría. Sin saberlo – o sin entenderlo aún – empecé la nueva caminata hacia el descubrimiento del significado de este mantra. Aquí voy. Yo Soy, Yo soy.
Equivocadamente, creí que se trataría de encontrar esa que soy, definirla, completar el rompecabezas de la identidad y vivir según esa verdad. Y digo equivocadamente porque cada vez que el tiempo iba pasando, la tarea se convertía en una sin final. Me disponía a ser siempre fiel a quien era yo, pero había un problema grande, ¿lo sabía en definitiva?, ¿sabía quién era?. Parecía que cada día el guionista responsable de la creación del personaje – que era yo – estaba desconcentrado e inventaba momento a momento una característica más, muchas veces diferente a la de la semana anterior. ¿Soy flexible?, sí, claro que lo soy, pero cuando se trata de la hora en la que espero que mis consultantes lleguen a la cita para que podamos hacerla de manera completa, no lo estaba siendo. ¿Soy amorosa?, ¡por supuesto!, pero de repente me encontraba una semana llena de falta de entusiasmo y no tenía ganas de mostrar el amor que tenía por dentro a casi nadie. ¿Soy muy organizada?, siempre lo he sido, hasta que empezaba a dejar los vasos vacíos que tuvieron agua alguna vez por toda la casa y Lucas me lo mostraba. ¿Soy leal, respetuosa, fiel, honesta, inteligente, abierta, curiosa, real, saludable?. ¿Como mucho dulce, soy espiritual, deportista, madrugadora, me gusta dormir hasta tarde, perezosa, antipática, cerrada, empática?.
¿Quién soy?
Entonces me encontré un tiempo después hablando en consulta de algo que cambió mi forma de entender este concepto y aquel que resultaba simple y nuevo, me gustó mucho más. No «Soy», «Voy Siendo».
Queremos ser muy fieles a la idea que hemos construido de nosotros mismos, esa que empezamos a fabricar en la niñez cuando nos dimos cuenta de que estábamos separados de los otros (porque aún no comprendíamos que realmente no lo estamos); que luego en la adolescencia fue tan importante para poder ofrecernos como seres interesantes y valiosos, o como mínimo, dignos de pertenecer a los grupos que necesitábamos pertenecer; luego en la juventud y adultez para poder ofrecer nuestros servicios y talentos al mundo, poder describir con detalle cómo lo vemos y lo entendemos, para qué servimos y qué somos capaces de hacer. También para poder completar la tarea titánica de ser escogidos por una pareja que quiera quedarse con nosotros un rato. Nos aferramos a esa idea porque es nuestra carta de presentación y mientras más bonita hagamos la letra, las ilustraciones más hermosas sean y mejor contenido tenga, más seguros nos sentimos de nosotros mismos, de eso que creemos que somos. Pero cuando vivimos necesitando esta caracterización y usamos el término «identidad» como brochure de presentación, la vida se vuelve apretada y casi siempre, nos convertimos en seres incoherentes, porque muchas veces actuamos diferente a aquello que hemos dicho – y creído – que somos.
Le dije entonces a mi consultante lo que yo estaba necesitando oír. No tenía que preocuparse por definirse, ni tratar de entender que el trabajo que tenía no estaba siendo compatible con quien él era, porque no se trataba de eso en absoluto. Más bien, estaba ante la posibilidad de seguir comprometido con su deseo de conocerse paso a paso, empleo a empleo, relación a relación, y que mientras fuera fiel a lo que su propia voz le decía en cada momento determinado, estaría bien. Nos dimos cuenta juntos de que eso que somos, es la suma de muchos «Yo Soy» en el tiempo, y que seguiría construyéndose al pasar de los años, porque siempre podríamos decir, «Voy Siendo».
En la nueva película de Disney Inside Out 2, hermosa, poderosa y trascendental, no podrían haberlo explicado mejor. Mi mente explotó por segunda vez (la primera vez fue con Inside Out, la primera película) cuando nos mostraron cómo aquello que llamamos identidad está compuesto por todas las emociones de todos los tiempos, todos los recuerdos, todas las creencias acerca de nosotros mismos, todos los estados, todo lo que hemos sido, todo. No es una sola cosa, cambia de color, de energía, se transforma en el tiempo, evoluciona con nosotros y es tan luminosa como oscura. Es lo que somos. Somos luz, a veces expresada a través de la oscuridad. Somos amor, a veces expresado a través del miedo. Somos la vida misma con todos sus matices, cambios, con todas las hojas que nacen para después caerse y ser una con el suelo fértil. Somos, un verbo que no tiene tiempo de finalización ni es concluyente. Vamos siendo y por eso es que como Jodorowsky bien lo dijo, mi invitación es a que permitamos que los caminos se sigan abriendo y decidiendo con consciencia cuáles queremos tomar, poniendo atención, eligiendo a cada paso, dándonos cuenta, siendo uno con la vida, siendo…
Así que mi tatuaje y el mantra se convirtieron en un recordatorio de que Yo Soy en tiempo presente, y, por lo tanto, cada segundo Voy Siendo.
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