
Este tema fue propuesto por una seguidora. Me dice que aún no le ha pasado en su relación, pero que quiere tenerlo presente para que no le pase. Cuando me lo propuso me sentí un poco confundida porque no sabía cómo abordarlo, así que decidí ser fiel a lo que Constelaciones Familiares nos enseña.
Aquí va:
En Constelaciones Familiares nunca miramos un asunto aislado ni lo catalogamos como bueno o malo. Siempre debemos preguntarnos qué nos pasa con ese tema y allí está el asunto a solucionar. De este modo el «problema» no es la infidelidad en la relación, es lo que te pasa a ti frente a ella. No es tampoco la falta de mirada del otro, sino lo que te pasa a ti cuando el otro tiene su atención puesta afuera. Es posible que para ti ciertos asuntos estén bien y que las reglas del juego de tu relación sean unas que funcionan para ambos. De esta manera no hay reglas generales ni existe el «debería», pero al mismo tiempo es cierto que cada cosa que pasa tiene efectos y consecuencias. Como siempre, es complejo.
Hay tantos tipos de relaciones como personas, y existen sistemas en los que los códigos no son los mismos que los que catalogamos como comunes. Para algunos por ejemplo la sexualidad es un pilar fundamental, otros la viven desde un lugar placentero, esporádico, fluido. Lo mismo pasa con la satanizada monotonía.
Es como si nos hubieran enseñado a mirarla como enemigo de la vida y de las relaciones. No nos han dado permiso para estar en ella y sentirla propia, como sea que se sienta para cada uno y desde allí decidir si está bien o no, si es acorde a nuestros propios términos en la relación. Se supone que debemos evitarla a toda costa y luchar porque no entre en nuestra casa.
Creo que por ese lado iba la pregunta de mi seguidora y que quería que le respondiera cuáles eran las claves para garantizar que no entrara en su relación, pero yo no sé responder esto así.
Lo que sí sé decirle es que a esta forma de amor encaprichado, como todas las otras, hay que mirarla de frente, reconocerla y preguntarnos qué nos pasa con ella. Cuando sentimos que la monotonía ha entrado a nuestra vida y a nuestra relación, ¿cómo la sentimos?, ¿por qué queremos que se vaya?, ¿qué es lo que está mal con ella?. Y creo que la respuesta está en que muchas veces ponemos nuestra expectativa en que la relación de pareja llene el vacío que tenemos adentro y que sea nuestra pareja la encargada de hacer de nuestra vida, una experiencia extraordinaria. Lo que pasa es que la vida tiene muchos, muchos días, muchas horas, momentos y circunstancias que si quieren ser vividas desde lo extraordinario, es necesario ser lo que no somos. La verdad es que somos más ordinarios que extraordinarios, y como la palabra bien lo explica, sentirse así es un extra, una adición, no lo que hay de por sí.
Cuando depositamos en nuestra pareja y en la relación la responsabilidad de llenarnos, de corregir nuestra soledad, nuestra falta de aprobación, falta de lugar en la vida, gozo, tristeza, agotamiento, falta de conexión; la relación se satura y el problema no es la monotonía sino la petición. Al pedirle al otro que me dé lo que yo no he podido tomar de la vida y especialmente de mi fuente de vida (que son los papás), me encuentro con el desorden, el desequilibrio y la imposibilidad de fluir.
La respuesta está entonces en lo que he venido aprendiendo los últimos años: dedicarte a ti, a conocerte, a ser fundamental, suficiente y completa para ti misma, te da la posibilidad de vivir tu vida. Desde este lugar puedes comer lo mismo todos los días, hacer lo mismo, estar con los mismos y ser lo mismo, y estará bien, porque estará conectado con lo que tu esencia es; allí siempre estarás segura. Cuando sientas que quieres cambiar, hazlo, pero también desde tu esencia, no desde la orden del «debería». Que la monotonía no te obligue a vivir en la búsqueda de los extras que solo te distraen del verdadero asunto, sino que te invite a sentirte cómoda en tu propia piel y en la que construyes como suma con tu pareja.
De este modo puedo ver cómo una de las claves está en no permitir que las reglas de afuera, las que nos quieren mantener entretenidos y por fuera de nosotros mismos todo el tiempo, entren tanto en casa. Hay muchas de estas que no podemos o no queremos evitar, pero en el ser conscientes y poner atención, abrir deliberadamente la puerta y cerrarla cuando sea suficiente, está la clave para fluir en la vida, porque solo fluimos cuando nos sentimos suficiente.
Tal vez en la monotonía de la relación, así como en el silencio y calma de la meditación, es que encontramos las respuestas que necesitamos para manifestar nuestra verdad, esta vez una que sea común y fiel a la pareja y a lo que se ha construido en ella.
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